Introducción a los tóxicos
El mundo de los tóxicos y su relación con nuestra salud es muy amplio y complejo. El ser humano ha vivido durante millones de años en un planeta no contaminado, donde los únicos tóxicos a los que se veía expuesto eran los tóxicos naturales, como el comer ciertas plantas o animales venenosos, o ser atacado por ellos (mordeduras, roce de las plantas con la piel). Además de estos tóxicos externos, también existían los tóxicos internos, los producidos por nuestro propio metabolismo como productos de desecho que nuestro cuerpo tiene que eliminar, o los producidos por nuestra microbiota, principalmente a nivel intestinal. Así, durante años, nuestro organismo ha sido capaz de gestionar correctamente la exposición a estos tóxicos que le son familiares, pues la evolución durante milenios y milenios le ha permitido adaptarse.
La detoxificación se produce principalmente por la noche, gracias a la función del hígado. Por eso, un buen descanso nocturno es fundamental para eliminar sustancias nocivas. Esta detoxificación se realiza por medio de ciertos mecanismos bioquímicos que permiten que las sustancias tóxicas se vuelvan más solubles en agua para ser posteriormente eliminadas por los riñones hacia la orina, o más solubles en grasas para ser eliminadas por la bilis hacia las heces. Esta transformación hepática de los tóxicos se produce en dos fases, la fase I y la fase II de conjugación. Pero, ¿qué pasa si de repente nuestro cuerpo se ve expuesto a miles de sustancias tóxicas nuevas que no sabe cómo tratar? Lo más probable es que los mecanismos de detoxificación se saturen. Pues eso es exactamente lo que ha ocurrido en los últimos años.
El problema empezó en la revolución industrial, pero se extendió a gran escala con el desarrollo de la industria petrolífera y química, ya en el siglo XX. Desde entonces, nuestro planeta y nuestros cuerpos se han visto cada vez más invadidos por numerosas sustancias que alteran su funcionamiento. Cuando los mecanismos de detoxificación se saturan, los tóxicos se acumulan en el cuerpo. Estas sustancias acumuladas se almacenarán principalmente en el tejido graso y el cerebro, provocarán inflamación a este nivel y disfuncionamiento de diferentes órganos, mimetizarán o bloquearán la acción de algunas hormonas o producirán alteraciones a nivel del sistema inmunitario. Además, como ya he explicado, muchos tóxicos se eliminan por las heces o por la orina, razón de más para considerarlos peligrosos para nuestra vejiga, además de la implicación indirecta que pueden tener en las disfunciones de este órgano por su efecto sobre el sistema nervioso o endocrino.
Existen numerosos mecanismos de acción de los tóxicos en nuestro organismo. No puedo describir todos y cada uno de ellos en esta web, pero en los próximos artículos daré unas pequeñas pinceladas de cómo actúan algunos en nuestro sistema urinario, favoreciendo el desarrollo de patologías y, sobre todo, de infecciones o inflamación.
Bibliografía:
Olea N (2019). Libérate de tóxicos. RBA libros.
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