Parabenos
Una fuente de exposición inadvertida a productos antimicrobianos son los agentes conservantes de alimentos y productos cosméticos, y en especial dos de ellos: los parabenos y el triclosán. La industria utiliza estas sustancias precisamente por su poder antiinfeccioso. Los parabenos son un grupo de productos químicos que se emplean como conservantes de alimentos y también como conservantes de productos cosméticos y de higiene personal, así como biocidas en textiles y en papel, pues inhiben el crecimiento de bacterias, hongos y virus. Además de su efecto antibiótico, también muestran un efecto disruptor endocrino de tipo estrogénico y se han relacionado con algunos tumores, en especial con el cáncer de mama.
Los más utilizados en cosmética son metilparabeno, propilparabeno, butilparabeno y etilparabeno, mientras que en los alimentos los encontramos “escondidos” detrás de un código E: E-214 y E-215 (etilparabenos), E-218 y E-219 (metilparabenos). El Comité Científico de Seguridad de los Consumidores de la Unión Europea (SCCS) prohibió en 2014 el uso de parabenos de cadena larga: isopropylparaben, isobutylparaben, phenylparaben, benzylparaben y pentylparaben. Además, los E-216 (propylparaben) y E-217 (natriumpropylparaben) están prohibidos en alimentos y el E-216 también en productos para niños menores de 3 años en la zona del pañal.
Podemos encontrarlos en la mayoría de productos cosméticos que no lleven una etiqueta “libre de parabenos”: esmaltes de uñas, cremas hidratantes, desodorantes, champús, productos para la higiene facial, lociones para después del afeitado, filtros solares, máscaras de pestañas, sombras de ojos, maquillajes o pintalabios, entre otros. En la alimentación se utilizan para conservar bebidas (cervezas, refrescos), siropes, salsas, postres o helados, productos de pastelería, vegetales procesados, aceites o fiambre, entre muchos otros. Algunas frutas como los arándanos pueden contenerlos de manera natural.
Cuando los ingerimos, son metabolizados por el hígado y el riñón, y eliminados por la bilis (heces) y sobre todo por la orina, es por ello que a menudo los estudios científicos sobre exposición a disruptores endocrinos miden estos compuestos en orina. Gracias a esta rápida metabolización se cree que son menos peligrosos cuando son ingeridos que cuando se aplican sobre la piel y son absorbidos por ésta, como es el caso de los cosméticos y productos de higiene personal, pues en este caso el parabeno no llega directamente al hígado para ser detoxificado. De las dos maneras, ingesta o aplicación cutánea, lo que sí que es cierto es que la vía principal de eliminación será la urinaria, por lo que debemos preguntarnos si estos productos pueden ser una causa de alteración de la microbiota urinaria así como de alteración de la pared vesical, teniendo en cuenta su efecto estrogénico y la importante densidad de receptores de estrógenos con que cuenta nuestra vejiga. Teniendo en cuenta que las mujeres consumen muchos más cosméticos que los hombres por lo general, tengo la hipótesis de que estas sustancias podrían tener una influencia en la fisiopatología de las infecciones urinarias. Desgraciadamente no existe literatura científica al respecto, por lo que a día de hoy no puedo validar mi hipótesis.
Bibliografía:
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